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![]() SIERVO DE DIOS SAN LUIS BATIS SAINS
Nació en San Miguel del Mezquital, Zac. (Hoy Miguel Auza) Arquidiócesis de Durango, el 13 de Septiembre de 1870, hijo de Wenceslao Batís Arellano y de Ma. de Jesús S. Ortega Canales. Fue bautizado por el Pbro. Juan B. Sáenz Ontiberos en el Templo Parroquial del lugar, el 16 de Septiembre del mismo año con el nombre de José Luis Amado, siendo sus abuelos paternos D. Juan José Batís y Da. Refugio Arellano; abuelos maternos D. José Ma. S. Ortega y Da. Francisca Canales. Sus padrinos Lino Guzmán y Teodora Aguilera. *
* Archivo Parroquia San Miguel Arcángel. Actas de Bautismo, Libro No. 2. Foja No. 185.
Siendo el quinto de nueve hermanos y son: la menor, María Juana de Jesús, Luisa Benita de los Dolores de Jesús, Jesús que también fue Sacerdote, José Julián Wenceslao, José Gorgonio de Jesús, Cecilio Ignacio, María de Jesús y el mayor José Hilario Carlos.
Ingresó al Seminario de Durango a la edad de 12 años y fue sostenido por su hermano Jesús que era Sacerdote. En el Seminario sobresalió por su piedad.
Recibió la ordenación sacerdotal el día 1º. De Enero de 1894, en Durango , Dgo.
Fue párroco en San Juan de Guadalupe, donde cumplió su ministerio tanto en lo espiritual como en lo material: predicación, catequesis a niños y adultos, la fundación de asociaciones piadosas, el establecimiento de un Hospital para pobres y un Colegio; la reparación y decoración del Templo.
El 7 de Octubre de 1902 fue designado párroco de San Diego de Alcalá en Canatlán , Dgo., en donde estuvo evangelizando durante 25 años. Atendía a sus fieles en la administración de los Santos Sacramentos y con especial prontitud a los enfermos y moribundos.
Por ser hombre de espiritualidad profunda se le encomendó la dirección espiritual del Seminario de Durango. Fue también Capellán del Santuario de Guadalupe, y finalmente Párroco de Chalchihuites, Zac., del, 1º. De Agosto de 1925, hasta su muerte.
El celo pastoral y su capacidad organizadora, así como sus virtudes sacerdotales, aparecieron luego a la vista de sus nuevos feligreses: Celoso en la enseñanza de la doctrina a los niños. Personalmente en las noches daba catecismo a los adultos; con mucha dedicación dio gran impulso a la Acción Católica; fundó el taller de Obreros Católicos de Chalchihuites ; lo mismo que una Escuela para niños a la que llamó “Escuela Apostólica”. Su trato atento y cariñoso, amable y alegre, hizo que todo el pueblo lo quisiera. Siempre estaba de muy buen humor y tenía un aprecio especial por los niños.
Era un Sacerdote lleno de fervor por la Santa Eucaristía, celebraba la Misa con suma reverencia. En los actos de Adoración al Santísimo Sacramento, cuando dirigía las oraciones del pueblo, permanecía de rodillas con gran recogimiento. Vivía la pobreza, sufrido y mortificado. Llegó a usar cilicios.
Como fruto natural de esta y otras virtudes, aspiraba a la Santidad y al supremo sacrificio por Dios. Estando de párroco en San Diego de Alcalá, Canatlán, Dgo., llegó a decir, dirigiéndose a Jesús Sacramentado: “Señor, quiero ser mártir; aunque indigno ministro tuyo, quiero derramar mi sangre, gota a gota, por causa de tu nombre”.
La A. C. J. M. ( Acción Católica de la Juventud, Mexicana), agrupación de jóvenes que fue fundada en el año de 1924, la qué a la llegada del Padre Luis Batís a Chalchihuites, Zac., por su piedad y cariño aunado a la forma de hablar a la juventud del lugar hizo que la población de esta sociedad aumentara su numero, por lo que guiados por el Señor Cura Batís, físicamente y espiritualmente dieron toda su ayuda a los obreros y mineros, también en obras de beneficencia a la población en común.
El Señor Cura siempre apoyando sus quehaceres en tres jóvenes del lugar, por ser inteligentes, piadosos y llenos de bondad a las cosas de Dios y sus semejantes.
Desde un principio estos ganaron el cariño y el respeto del Padre Luis Batís, ellos eran; Manuel Morales Cervantes, David Roldan Lara y Salvador Lara Puente.
En una reunión con los obreros de Chalchihuites dijo:
“Yo tengo muchos deseos de ser mártir; de morir por Cristo”. Esto mismo repitió en una sesión de la A. C. J. M., y añadió: quiero morir por Cristo ¿ quien de ustedes quiere acompañarme?.- Yo, dijo Manuel Morales.- No, respondió el señor Cura, tu tienes hijos.- Yo Señor Cura, dijo Salvador Lara.- ¿y tu novia?,- preguntó el Sr. Cura.- Yo también lo acompaño señor Cura, dijo David Roldan. Estos tres jóvenes ciertamente lo acompañarían al martirio y a la Santidad.
El cuidado de las almas a él encomendadas lo manifestó con hechos y palabras.
El 30 de Julio de 1926, ultimo día del culto público, habló a los feligreses diciéndoles que el autor de las desdichas, al clausurarse el culto, no era el gobierno, no debían los católicos levantarse en armas en contra de Calles, ya que no era conducta cristiana.
Después de una junta de la Liga Nacional para la Defensa de la Liberta Religiosa (LNDLR), Celebrada el 29 de Julio de 1926, un señor que vivía en el pueblo, con animo de quedar bien con el gobierno, denunció la sesión ante las autoridades gubernamentales como un complot para levantarse en armas contra el gobierno.
Esta denuncia fue aprobada por las autoridades municipales de Chalchihuites, como se ve en las listas y escritos que dejaron en las oficinas, firmadas por el telegrafista Refugio García, el secretario y el Sr. Donaciano Pérez, Presidente Municipal.
Fueron varios los escritos y telegramas enviados a la Ciudad de Zacatecas; el sábado 14 de Agosto pusieron dos telegramas más, diciendo que el día siguiente sería el levantamiento de los conspiradores.
Siendo el Comandante y Jefe de Armas el General Eulogio Ortiz que odiaba a los católicos y a los sacerdotes; envió un batallón de 11 soldados que pertenecían al sexto Batallón, al mando del Teniente Blas Maldonado.
Ese mismo día 14 de Agosto llegaron los soldados a las nueve de la noche, venían en dos automóviles, para sofocar la supuesta rebelión de todo el pueblo.
Desde la clausura de los cultos el Sr. Cura se vio obligado a desocupar la casa parroquial y se fue a vivir a una casa particular, pero no estuvo escondido, todas las tardes salía al jardín y platicaba con los señores que ahí se encontraban; vestía de traje civil.
Según su costumbre el Sr. Cura estaba sentado en una banca de la plaza de Armas acompañado de don Ramón Jaime y del sacristán de la Parroquia, J. Jesús Rentería cuando escuchó que los soldados preguntaban por él; entonces junto con sus acompañantes, se levanto y se fue a la Casa de los Obreros, que en esos días le servía de refugio.
Los soldados guiados por los datos recibidos en la correspondencia, buscaron primero al Sr. Cura en la casa de la familia Mercado, lugar donde se iba a celebrar la Santa Misa. Y no lo encontraron, de ahí pasaron a la casa de los obreros, acompañados ya por el Venado, apodo con que era conocido J. Refugio García, el telegrafista, y el Presidente Municipal Donaciano Pérez.
Al llegar ellos a la casa, abrió la puerta Lorenzo Hidalgo y por la fuerza entraron hasta el cuarto donde el Sr. Cura estaba acostado y leyendo.
Mientras el Teniente golpeaba al Sr. Hidalgo, llenándolo de insultos y diciéndole que lo iban a colgar, mientras que el Presidente Municipal y J. Refugio decían al Teniente: muy bien así deben tratarse como perros, estos fanáticos religiosos. Tomaron preso al Sr. Cura y lo llevaron por una calle solitaria para no hacer pública la aprehensión y lo internaron en la oficina de recaudación.
El Presidente Municipal redactó el acta oficial de lo acontecido y del interrogatorio que el Teniente Blas Maldonado hizo en primer lugar a el señor Cura, haciendo una serie de preguntas, que en la mayoría no había ningún fundamento de lo que ya de antemano se tenía planeado en su contra. Preguntas como: ¿con que cantidad de armas cuentan, que tipo de armas son, donde las esconden; con que objeto tiene esas juntas?.- Responde el Sr. Cura, con objeto de defender la santa causa de nuestra religión.
Después de interrogar a los tres jóvenes, el Teniente les dijo: ¿ firmen ustedes esto?.- Si señor y firmaron el acta.
El Gerente de la mina el Conjuro, Sr. Gustavo Windel, ofreció al Teniente la cantidad de dinero que quisiera, pera salvar la vida del Sr. Cura y sus compañero, pero fue rechazado.
A la mañana siguiente los presidentes de las asociaciones parroquiales se reunieron en la Botica la Guadalupana, propiedad del Sr. Tomas Pérez y Pérez, con el objeto de salvar al Sr. Cura. El pueblo se reunió en el jardín, frente a la Presidencia Municipal, no podría hacer nada, y no por temor a los soldados, si no a que posteriormente se fuera a acusar a los prisioneros de haber sublevado a la gente y se dijera por esto haber dado muerte al Sr. Cura y a su compañero.
Se presento ante el Teniente una comisión de comerciantes, todos los del pueblo para pedir la libertad de los prisioneros, pero nada lograron. Con astucia, el Teniente los engaño diciéndoles que traía ordenes de conducir a los reos a Zacatecas para que rindieran declaraciones; que les darían su libertad y que a los tres días a mas tardar, estarían de nuevo en Chalchihuites.
Es muy de notarse que el Teniente no arguyera a los prisioneros haber organizado un complot contra el Gobierno. El mismo presencio la actitud del pueblo, que no hacia otra cosa que ver, esperar, rezar y llorar, victima del atropello que sufría en la persona de los prisioneros . ¿Creía que se tramaba un levantamiento del pueblo en armas?. A las doce del día se inicio la salida de los reos. El Sr. Cura Batís salió sereno, tranquilo y sonriente. Subieron al Sr. Cura en un automóvil, junto con Manuel Morales.
La gente estaba excitada y algunos querían ir contra los soldados, la mayoría lloraba y alguien de los presentes dijo “Hay que hacer algo para que no se los lleven”. Cuando el Sr. Cura y los muchachos estaban un los carros, una persona grito: “señor Cura, no nos olvide”; y el respondió: “Si son mis hijos, no los olvido”. Luego con mucha serenidad, dijo: voy a darles la bendición, y por favor no me sigan; no pasara nada.
El automóvil que conducía al Sr. Cura y a Manuel Morales llego sin tropiezo alguno al lugar llamado Puerto Santa Teresa. Ahí tuvo que esperar a que llegara el segundo automóvil que conducía a Salvador Lara y a David Roldan. En este lugar se dividan los caminos, el de Bocas y el de Canutillo, y mientras esperaban, probablemente allí fue donde golpearon y martirizaron al Padre Batís, como lo muestran fotografías de su muerte, con su cara inflamada y las huellas de golpes.
Al Sr. Cura Batís y a Manuel Morales los hicieron caminar como quinientos metros aproximadamente. Al llegar a ese sitio, les dijeron: ¿si reconocen las ordenes de Calles, nada les pasara?. Ellos contestaron: ¡primero morir!. Era esta propuesta la que hacían siempre los hombres del gobierno a los sacerdotes y a los católicos que tomaban presos; su propósito era hacerlos aceptar las leyes persecutorias de la Constitución, como muestra de sumisión al gobierno.
El Sr. Cura añadió: lo único que les ruego es que, atendiendo a los niños pequeñitos que forman la familia de Manuel Morales le perdonen la vida, que es necesaria. Yo ofrezco mi vida por la de él. Seré una victima, estoy dispuesto a hacerlo. Comprendiendo que eran inútiles sus razones, se despidió de su compañero, y le dijo: Hasta el Cielo.
Manuel respondió al Sr. Cura, que Dios velaría por sus hijos, y en seguida los soldados los ejecutaron.
Era el 15 de Agosto de 1926, cerca de las dos de la tarde.
Desde entonces los habitantes del pueblo de Chalchihuites llaman a ese sitio Lugar Santo, por que allí murieron por Cristo: un Sacerdote muy querido y los tres jóvenes que eran buenos católicos. (154
“Cuando la semilla cae en tierra y no muere es infecunda, pero cuando cae en tierra y muere produce mucho fruto.
El Sr. Cura Luis Batís Sainz, por sus meritos y martirio por Cristo, fue Canonizado, elevado a la Santidad , por el Santo Padre Juan Pablo II.
El día 21 de Mayo del año 2000.
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